El año recién concluido ha sido fatal para los usuarios de la AP-66, la autopista que une Asturias con León. Un cóctel de barro, tráfico en fila india y límites de velocidad reducidos a 50 kilómetros por hora ha puesto en entredicho el peaje que se cobra en esta vía.
Las obras de reforma que se llevaron a cabo a lo largo del último año han generado un malestar creciente entre los conductores que a diario transitan por esta autopista. La situación se ha vuelto insostenible, con largas colas de vehículos, especialmente en días de lluvia, cuando el barro se convierte en un obstáculo adicional.
A pesar de las promesas de mejora en la infraestructura, la realidad es que los usuarios se encuentran con una autopista cada vez más congestionada y peligrosa. La imposición de un límite de velocidad de 50 kilómetros por hora ha generado aún más frustración entre los conductores, que ven cómo su tiempo de viaje se ve considerablemente aumentado.
Doce meses después del deslizamiento de tierra que obligó a cerrar la autopista, la respuesta social al peaje se ha vuelto más agitada que nunca. Los usuarios exigen soluciones inmediatas para mejorar las condiciones de circulación y justificar el pago que se les requiere. La AP-66 se encuentra en un punto crítico, donde la paciencia de los conductores se agota y la presión sobre las autoridades para dar una respuesta adecuada se incrementa día a día.
