En el tranquilo pueblo de Médulas, la tragedia se ha hecho presente de la mano de un voraz incendio que ha consumido gran parte de la vegetación. Entre los afectados se encuentra Gil Álvarez, un mecánico jubilado de 86 años, quien no puede más que expresar su asombro y tristeza al contemplar cómo sus queridos castaños han sido devorados por las llamas.
«Nunca vi el fuego de esta manera», lamenta Gil, con la mirada perdida en el desolador paisaje calcinado que ahora rodea su hogar. El anciano se aferra a la esperanza de que la naturaleza se reponga con el tiempo, pero sabe que el daño causado por el incendio es irreparable.
Mientras las autoridades trabajan arduamente para controlar la situación y brindar apoyo a los damnificados, la comunidad de Médulas se une en solidaridad para enfrentar juntos esta dura prueba. A pesar de la desolación que reina en el lugar, el espíritu de resiliencia y colaboración se hace presente entre sus habitantes, quienes buscan reconstruir lo perdido y seguir adelante a pesar de la adversidad.
El fuego ha dejado una marca imborrable en la memoria de Gil Álvarez y de todos los que han sido testigos de la devastación, recordándonos la fragilidad de nuestra relación con la naturaleza y la importancia de cuidar y preservar nuestro entorno para las generaciones futuras.