Desde tiempos inmemoriales, el Camino de Santiago ha sido un sendero de fe, esperanza y encuentros inolvidables para miles de peregrinos que recorren sus kilómetros en busca de una experiencia única. En esta ocasión, el paso de peregrinos se ha abierto en Astorga y el Bierzo, dos lugares cargados de historia y espiritualidad en la ruta jacobea.
Los caminantes, ansiosos por iniciar su travesía, se preparan para recorrer los hermosos paisajes que ofrece la región, así como para descubrir la riqueza cultural y gastronómica de cada pueblo por el que transiten. La hospitalidad de sus habitantes, la calidez de sus alojamientos y la magia de sus monumentos se convierten en compañeros inseparables de cada peregrino que se aventura en este viaje de autodescubrimiento.
El Camino de Santiago es mucho más que un recorrido físico, es un viaje interior que despierta emociones, reflexiones y transformaciones en quienes se atreven a emprenderlo. Astorga y el Bierzo abren sus puertas a los peregrinos con los brazos abiertos, brindando un espacio de acogida y paz en medio de la travesía, recordándoles que el verdadero tesoro se encuentra en el camino mismo y en las personas que encuentran en él.
Así, cada paso dado en Astorga y el Bierzo se convierte en una oportunidad para conectar con la esencia del Camino, para encontrarse a uno mismo y para compartir experiencias con otros viajeros que comparten el mismo objetivo: llegar a Santiago de Compostela, no solo como destino final, sino como punto de partida de una nueva etapa en sus vidas.
